Nueva Zelanda ha lanzado un marco de confianza para la identidad digital, un paso crucial hacia la transformación digital del país.
Las transacciones digitales seguras ganan peso en el día a día de los bancos
La rapidez de los procesos digitales y su seguridad avalan a las entidades financieras para incentivar el cambio
La nueva realidad y los avances tecnológicos han generado la necesidad para muchas empresas de ofrecer sus servicios a través de Internet. En función del sector el proceso será más o menos complejo de digitalizar y necesitará de más medidas para garantizar confianza y seguridad al cliente. Este es el caso de la banca, donde las transacciones digitales están ganando terreno a los cada vez más desaparecidos procesos analógicos.
Desde hace años las entidades financieras han evolucionado vertiginosamente digitalizando sus servicios con el objetivo de mejorar todos los inconvenientes que generaban los procesos tradicionales. De esta forma el cliente evita los tiempos de espera en la oficina, los atascos, pedir permiso en el trabajo para salir al banco, etc y consigue un ahorro de dinero y salud, evitando costosos desplazamientos.
El proceso analógico también tenía desventajas para los bancos, como son las pérdidas económicas provocadas por la contratación de más empleados, las multas por pérdidas de documentos o fallos en su verificación; pérdida de tiempo, al intentar concertar las citas, búsqueda de papeles extraviados, etc., por no hablar de los conflictos entre empleados y clientes que afectan a la salud del personal.
Pero desde hace un tiempo, los bancos han implementado las transacciones digitales seguras aceleradas por el desarrollo de leyes como la relacionada con la Prevención del Blanqueo de Capitales (AML– Anti-Money Laundering en inglés) y KYC (Conozca a su cliente, del inglés, Know Your Customer). A estas medidas se suma la verificación electrónica de la identidad requerida por el Servicio Ejecutivo de la Comisión de Prevención del Blanqueo de Capitales e Infracciones Monetarias (Sepblac), que consigue que los bancos puedan prevenir los ataques de los ciberdelincuentes y sus fraudes.
Las entidades bancarias utilizan el servicio de verificación de la identidad en los procesos de alta de nuevos clientes. Lo más importante es saber que la persona es quién dice ser. El proceso es muy sencillo. Se pide al cliente que se identifique, el cliente facilita todos los datos. Para, a continuación, proceder a la verificación del usuario AML y KYC, donde se validará la documentación, por medio de una captura o foto del documento y la identidad del usuario utilizando el sistema de Identificación Biométrica, se analizarán los rasgos físicos y de comportamiento del usuario. Todo ello además será un proceso grabado para que la entidad financiera tenga constancia exacta de cómo ocurrió.
En los últimos años los ciberdelincuentes se han organizado y operan de forma conjunta y automatizada también por medio de bots, por ello, los bancos tienen que extremar sus medidas de seguridad.
No obstante, el número incremental de estas medidas produce mucha fricción en el usuario, quién se enfrenta en la actualidad a un login a través de contraseña, acompañado de la necesidad de recibir e introducir una OTP o One Time Password enviada a través del teléfono, que a veces solicita un código de coordenada para poder autorizar una transacción. Un verdadero infierno para el usuario.
Esperemos que pronto se pueda llegar a un buen balance entre seguridad y usabilidad que vuelva a hacer de los procesos digitales bancarios un trámite agradable para los usuarios.
Mientras tanto, tengamos paciencia porque aunque en ocasiones sea un poco frustrante interactuar digitalmente con el banco, al menos ya no tenemos que desplazarnos constantemente como antaño para abrir – por ejemplo – una cuenta bancaria con la que empezar a operar.