Australia está estudiando una medida audaz y controvertida: prohibir en todo el país el acceso a las redes sociales a los menores de 16 años.
Europa detiene a Pavel Durov ¿Cómo ha podido suceder?
En un continente donde la libertad de expresión y el respeto a la intimidad solían ser pilares fundamentales, la detención el pasado sábado de Pavel Durov, el visionario fundador de la plataforma de mensajería Telegram, ha desencadenado una ola de preocupación.
E
sta detención no es un hecho aislado, sino un síntoma de una tendencia más amplia que busca limitar la libertad de expresión en la era digital y consolidar el control de la información en manos de unos pocos.
¿Quién es Pavel Durov y por qué ha sido arrestado?
Pavel Durov es un emprendedor ruso, fundador de VK, la red social más popular de Rusia. Tras enfrentarse al gobierno de este país por presiones para controlar el contenido de su aplicación, creó Telegram, una plataforma de mensajería instantánea blindada ante el espionaje, que ha ganado millones de usuarios en todo el mundo gracias un enfoque revolucionario en el que no existe la censura
El día 24, tras aterrizar en el aeropuerto de Paris-Le Bourget, proveniente de Azerbaiyán, Durov fue detenido. Se ejecutaba así una orden de detención emitida por la oficina de menores (OFMIN) de la Dirección Nacional de Investigación Criminal.
Las razones oficiales esgrimidas para su arresto se centran en la supuesta falta de cooperación de Durov con las autoridades en relación con actividades delictivas que se habrían llevado a cabo a través de Telegram (terrorismo, blanqueo de capitales, tráfico de pornografía infantil, etc.) Sin embargo, la realidad es tozuda. Es obvio que estas acusaciones son vagas y que el verdadero motivo detrás de la detención es el deseo de las autoridades de controlar el flujo de información y silenciar a un crítico acérrimo del poder establecido. Lo hemos avisado muchas veces.
Voces en defensa de Durov y el peligro para la libertad de expresión
La detención de Durov ha sido condenada por defensores de los derechos humanos, políticos, activistas digitales y ciudadanos de todo el mundo. Desde Vitalic Buterin, cofundador de Ethereum, hasta el expresidente ruso Dimitri Mevdevev o el mismo Elon Musk, que publicó en su cuenta de X el siguiente texto “POV: Es 2030 en Europa y te ejecutan por gustarte un meme”, han mostrado su repulsa ante la detención. También el abogado Gonzalo Boye ha apoyado a Durov, publicando en sus redes esta reflexión:
La estrategia detrás de la detención de Pavel Durov es evidente: criminalizar la actividad de la plataforma en función del uso que algunos de sus usuarios puedan hacer de ella, amenazar al propietario de la plataforma con severas penas de prisión, forzarlo a hacer lo que no quiere ni debe: dar acceso a sus servidores para que las autoridades francesas se apoderen, directa o indirectamente, de todos los datos de las comunicaciones mantenidas a través de Telegram. Esta misma estrategia se utilizó anteriormente contra diversas plataformas de mensajería encriptada, y fue el medio por el cual se apoderaron de miles de millones de comunicaciones privadas, amparándose en la “lucha contra la delincuencia.»
Este hecho es otro ataque directo a la pluralidad y un precedente muy peligroso para cualquier emprendedor. Los cargos, oficialmente publicados, incluyen: complicidad en ser webmaster de una plataforma en línea para permitir transacciones ilegales en grupo organizado, complicidad en adquirir, transportar, poseer, ofrecer o vender estupefacientes, complicidad en poseer imágenes pornográficas de menores, complicidad en fraude organizado, asociación criminal con el propósito de cometer un crimen o un delito penable con 5 años o más de prisión, blanqueo de productos derivados de las ofensas y crímenes de un grupo organizado, entre otros.
Al permitir que plataformas como Telegram operen sin una censura, se crea un espacio donde las personas pueden expresarse libremente, organizarse, desarrollar discursos empoderantes y compartir información sin temor a represalias. Esto, además, es especialmente importante en países donde la libertad de prensa y la libertad de reunión están restringidas.
La detención de Pavel Durov es solo la punta del iceberg de un problema mucho más profundo y sistémico: la erosión constante de nuestra privacidad.
En los últimos años, hemos sido testigos de cómo las redes sociales se han convertido en el epicentro de una nueva forma de control social. Más allá de la censura explícita de contenidos de todo tipo, estamos asistiendo a una manipulación sutil de la información, a través de algoritmos que modelan nuestras opiniones y comportamientos. Pero esto no es todo. Nuestros datos personales, desde nuestras preferencias más íntimas hasta nuestros hábitos de consumo, son recolectados, analizados y vendidos sin nuestro consentimiento real. Telegram no permite que las personas sean espiadas. Protege a sus usuarios al máximo, facilitando que creen grupos de opinión y favoreciendo el debate. Antepone a las personas sobre las corporaciones y los gobiernos.
La Unión Europea, pionera en la protección de datos con el Reglamento General de Protección de Datos (RGPD), parecía haber establecido un precedente esperanzador. Sin embargo, la realidad es bien distinta. La Europa de hoy, la que detiene a un humanista como Pavel Durov, debería estar escandalizada, pero no es más que un cómplice de este sistema podrido que parece haber olvidado los principios que inspiraron esta normativa. La protección de la privacidad, un derecho fundamental, se ha convertido en una promesa vacía.
Las instituciones europeas, llamadas a garantizar el cumplimiento del RGPD, parecen mirar hacia otro lado mientras las grandes corporaciones tecnológicas continúan vulnerando nuestros derechos. La complicidad de estas instituciones es evidente y plantea serias dudas sobre su compromiso con la protección de los ciudadanos.
La detención de Durov en un pais “del primer mundo” es un recordatorio de que la lucha por la privacidad es una batalla constante. No se trata solo de defender nuestro derecho pensar y a expresarnos libremente, sino también de proteger nuestra identidad, nuestro ser como ciudadanos.
El miedo de la oligarquía política
Los medios de comunicación tradicionales, controlados en gran medida por la oligarquía política, son mucho más fáciles de manipular y censurar que las plataformas digitales descentralizadas como Telegram. Al carecer de control sobre estas nuevas redes, los poderosos ven en ellas una amenaza a su poder y tratan de ponerles coto de la manera más burda posible.
Las acusaciones de no moderar el contenido y de no «cooperar» con la justicia son una táctica común utilizada por los gobiernos autoritarios para justificar la censura y la persecución de sus críticos. Sin embargo, es importante recordar que la libertad de expresión no significa la libertad de incitar al odio o a la violencia. Durov siempre ha defendido la necesidad de combatir estos fenómenos, pero también ha insistido en que la censura masiva no es la solución. Además, siempre ha colaborado con la justicia, en especial en temas como terrorismo, tráfico de armas o pederastia, como explicó en la extensa entrevista con Tucker Carlson en abril, y de la que puedes ver un clip a continuación. Al final del artículo puedes ver la entrevista completa (en inglés.)
Ese no es el problema. El problema es que los gobiernos no aceptan que exista un espacio de libertad que no puedan manipular, en el que las personas puedan expresarse desde el anonimato. Durov detalló en la entrevista con Carlson que fundó Telegram como una verdadera alternativa. Nunca ha tenido miedo de perder ingresos y enfrentarse a gigantes como Apple o Google por defender su proyecto, que no responde a intereses políticos. Tampoco tuvo miedo de salir de Rusia por conflictos con la administración que comenzaron con su negativa a eliminar información de opositores al régimen de Putin. De hecho, es optimista con el futuro de la plataforma. Veremos qué pasa a raíz de esta detención.
La lucha por un espacio de libertad
Durov se ha negado a convertirse en un censor al servicio del Estado. Al hacerlo, ha demostrado un gran coraje y un profundo compromiso con los principios de la libertad y la privacidad. Sin embargo, su decisión ha tenido consecuencias graves para él. Las autoridades consideran que al negarse a controlar los mensajes de todo el mundo por una minoría que podría causar un daño, Durov se convierte en cómplice de actividades como el terrorismo. Esta es una acusación grave y falsa que busca desacreditar a Durov y a su proyecto.
Resulta cuanto menos paradójico que mientras Pavel Durov se enfrenta a la posibilidad de pasar veinte años en prisión, Mark Zuckerberg, CEO de Facebook, haya salido prácticamente indemne de las acusaciones que pesan sobre su compañía. Numerosas familias han denunciado públicamente que sus hijos han sido víctimas de ciberacoso, autolesiones e incluso han tenido acceso a contenido pedófilo a través de las plataformas de Meta.
Durante las audiencias en el Congreso de los Estados Unidos, Zuckerberg se limitó a ofrecer disculpas genéricas, sin asumir una responsabilidad concreta por los daños causados. Cuando el modelo de negocio es la recopilación y monetización de nuestros datos personales, las consecuencias son mínimas.
Un paso más hacia la esclavitud
La detención de Pavel Durov es solo un ejemplo más de la creciente tendencia hacia el control de la información y la vigilancia masiva; un movimiento más propio de China que de la “civilizada” Europa.
El hashtag #freepavel no deja de crecer en redes ante el miedo de que en las próximas semanas sea “envenenado” o muera “en extrañas circunstancias”.
Si permitimos que esta intolerable situación continúe, nos arriesgamos a vivir en un mundo donde la libertad de expresión sea solo un recuerdo y donde nuestros derechos fundamentales sean constantemente violados.
Ya basta. Debemos exigir una vez más a nuestros gobiernos que respeten nuestros derechos y que no permitan que las grandes corporaciones controlen nuestras vidas. Esto no es Humanismo Tecnológico.